ACTIVIDAD FINAL PRIMER PERIODO: RELIGIÓN Y FAMILIA
LA FAMILIA EN EL SIGLO XXI: AMOR Y SOLIDARIDAD, MÁS QUE SOCIOECONOMÍA
LA FAMILIA EN EL SIGLO XXI: AMOR Y SOLIDARIDAD, MÁS QUE SOCIOECONOMÍA
La familia es un grupo primario que se constituye por la residencia común, la cooperación y la reproducción. La publicidad de los medios, a menudo con una descripción y una promoción falseadas de la familia, nos arrastran por “la dictadura de los usos sociales”, expresión utilizada hace ya muchos años por Ortega y Gasset. Por eso, hoy como ayer, relativizar la importancia de la familia e imponer ideologías que nos aparten del conocimiento de lo que es la persona y su dignidad, sería la mayor de las injusticias, nunca nos aportaría verdadero progreso humano.
Hablar de familia es hablar de libertad, autoridad, respeto, amor, crecimiento, entrega a los demás. Sí. En la familia encontramos la primera libertad, que está conectada íntimamente con el servicio a los demás. Una libertad que es sacrificio y renuncia; que siempre cuidará con finura del gran valor del respeto y la justicia. En ella encontramos fortaleza ante la adversidad, ambiente de alegre vencimiento, de mejora real y para todos, comprensión, cierta unánime esperanza, una referencia vital. En la familia, por su propia naturaleza, se produce el desarrollo personal en un marco de responsabilidad y solidaridad, pues las relaciones familiares son –luchamos todos porque sean- esencialmente, relaciones de amor. Por eso es fuente de humanización y crecimiento personal, el mejor lugar donde las desigualdades pueden ser superadas, es principio afectivo de la especie humana, cuna de socialización primaria e identitaria.
En nuestra sociedad existe una desigualdad jerárquica entre los géneros femenino y masculino, que se expresa en prescripciones muy fijas y estereotipadas de cómo ser hombre o mujer, madre o padre, con asignaciones de valor, de jerarquía, status y poder cada uno. Tradicionalmente se define a la mujer como "sostenedoras de lo emocional, de lo afectivo, de lo doméstico, de lo "irracional", como dependientes y "pasivas". Los varones, en cambio, son vistos como los sostenedores económicos de la familia, los racionales, los poseedores de la iniciativa sexual, los capacitados para tomar las "grandes" decisiones, los "exitosos", los dominantes".
Mientras el discurso social reproduce la idea y el miedo sobre el ocaso de la familia, en las encuestas de opinión y en las de investigación dura, aparece una y otra vez el deseo de los jóvenes de formar sus propias familias y el de los adultos de mantenerse viviendo en familia. Está claro que se ha extendido la turbación y generado incertidumbre sobre el futuro de la familia como la primera institución social, baste ejemplificar con los discursos mediáticos que nos muestran el declive de los valores tradicionales y el aumento de la tasa de divorcios. Pero también queda claro que la gran mayoría de las personas queremos vivir en el amor, compartir nuestra vida con otra persona y todavía en muchos casos trasladar ese “amor” a otros: a los hijos (sean biológicos o adoptados). También queda claro que el punto de refugio más importante sigue siendo la familia. Entonces, ¿qué es lo que realmente está pasando? Porque lo que es indudable es que algo se está moviendo con relación a la configuración y a las formas de convivencia de la familia, tal y como la hemos venido concibiendo.
Si tratamos de visualizar a la familia en este escenario podemos detectar una serie de “nuevas” condiciones que la vuelven un fenómeno complejo a nuestra comprensión, entre las que se puede destacar la instalación de la filosofía de la igualdad, la emancipación de la mujer y el papel errático del Estado. La percepción de igualdad con el otro (o los otros), de tener derechos y prerrogativas a nivel horizontal, de ejercer una vida más democrática, deja de ser privativa del debate público y se instala en la esfera de lo privado. El espacio de lo privado por excelencia, ha sido el de la familia, es ahí donde las ideas se engendran porque al final de cuenta los pensadores también viven en familia, es ahí a donde también regresan ya reelaboradas por la opinión pública y en el proceso de “apropiación” o “naturalización”, tales ideas transforman tanto a la familia como a la sociedad.
Así, la percepción de igualdad en la familia, se detecta en varios niveles. Un síntoma claro del, llamémosle, síndrome de la percepción de la igualdad, es lo que sucede en la relación entre padres e hijos. Mientras los padres, después de tantos discursos sociales que recomiendan, a propósito de la democracia y del modelo padres-amigos con educación horizontal, en sucesión al modelo padres-formadores o autoritarios, sufren la indecisión del rol que deben tomar, “temen el autoritarismo que ellos vivieron, y no saben cómo ejercer la autoridad”. Esto, que parece hasta “simplón”, trae como consecuencia el debilitamiento de la autoridad de los padres, de los profesores y en general de los adultos para educar no sólo en las normas sociales, de urbanidad o profesionalización a los más chicos, sino en la construcción de valores. ¿Cómo pueden un padre o un adulto ser tomado en serio en la inculcación de lo correcto si carece de autoridad para dirigir y decidir lo que es bueno y malo?
Por otra parte, esta percepción de que somos iguales viene abrigando la posición cómoda de los hijos o de los jóvenes de merecer lo que se tiene sin tener qué ganárselo, por lo menos como cuando nos tocó ser jóvenes dicen los adultos. La mayoría, sobre todo los estudiantes (con sus excepciones claro) pese a no tener condiciones socioeconómicas favorables, despliegan una actitud hedonista, que subrayo, no es privativa de los jóvenes pero que en este momento toca analizarla desde ahí. Los hijos, instalados en la casa paterno-materna, rechazan trabajos por considerarlos de poca monta (meseros, dependientes, oficinistas, etc.); aún así, requieren de ropa, calzado (a la moda por supuesto), enseres y satisfactores de ocio (televisión, computadora, Internet, walkman, CD, automóvil, viajes, entre otros) que por supuesto le toca a los padres la responsabilidad de pagar por ellos. Sin embargo, pese a que son los padres quienes solventan los gastos son incapaces de exigir a los hijos que cumplan con las normas de casa, cuando las hay, porque no saben muy bien cómo habrán de hacerlo. Porque, también habrá que decirlo, el síndrome del igualitarismo se combina con el síndrome de la culpabilidad de los padres que trabajan. Hoy por hoy ambos padres laboran, lo cual ha generado la idea de que no se dedica el tiempo suficiente para “educar” o “estar” con los hijos. Entonces el problema se agrava porque no se entiende bien el concepto de autoridad y todavía existe la culpabilidad para ejercerla.
Cuando la madre ya no pudo cubrir en todo momento, todas las necesidades de todos los miembros de la familia (del esposo, de los hijos y muchas veces de los padres, de los suegros, de los tíos…): como el ser la educadora, nana, enfermera, cocinera, afanadora, confidente, entre otras cosas, porque tenía que combinar tales actividades con las demandas laborales que, en caso de pretender la renombrada superación profesional, implican la actualización permanente, tiempo extra en la oficina, tiempo fuera de oficina para innovar, además de los viajes y demás compromisos; hubo entonces que replantearse las formas de organizar las tareas domésticas. El problema es que el hombre no ha estado entusiasmado por compartir la carga del hogar, los hijos han pasado a la tutela temporal de abuelos, familiares, nanas o guarderías, quienes en el mejor de los casos protegen la integridad física pero no la espiritual y el Estado no ha estado a la altura de los compromisos que implica este nuevo modelo de familia, después retomaremos este aspecto.
ENVIAR EVALUACIÓN DE LA LECTURA A MAS TARDAR 26 DE MARZO
ivan.oviedo@delasalle.edu.co
ivan.oviedo@delasalle.edu.co
1. ¿Qué valores aparecen cuando se habla de familia?
2. ¿De acuerdo a la lectura la familia es fuente de qué?
3. Cómo se han definido tradicionalmente a la mujer y al varón.
4. ¿Qué crisis les toca enfrentar a las familias de hoy?
5. ¿Cuáles son las nuevas condiciones de la familia actual?
6. ¿A qué le temen los padres de familia hoy?
7. ¿Qué implicaciones trae para la familia que el padre y la madre trabajen?
8. ¿De acuerdo al texto cómo se considera la familia?
9. ¿Qué roles desempeña la mujer en el hogar?
10. ¿Caracterice a partir de su experiencia cotidiana algunas familias de tu comunidad?
11. Busca 5 citas bíblicas del Antiguo Testamento que ilustren la realidad familiar de hoy.
11. Busca 5 citas bíblicas del Antiguo Testamento que ilustren la realidad familiar de hoy.
profe como esta eso se responde por aca o se le manda al correo gracias
ResponderEliminarHola Thomas, está resaltado en amarillo por dónde debes hacerlo llegar. Saludos y cuidate mucho.
ResponderEliminarprofe hay que realizarlas en word y mandárselas
ResponderEliminarHola Thomas, claro, cualquier duda que tengas me cuentas por este mismo medio. Saludos
ResponderEliminarHola profe se hace en word y se manda a ese corro cierto??
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarProfe que tipo de letra o es libre
ResponderEliminarHola Profe, en el punto numero 10 ponemos el tipo de familia como nuclear y tradicional o que hacemos ahí. Gracias
ResponderEliminar